El taller, ese lugar de sonidos industriales, olores intensos y desorden controlado, es mi casa. Donde me siento dueño y señor de mi tiempo, de mis fantasías, de mi manualidad. Ese lugar donde te abstraes, proyectas y construyes, ese es el taller.
Está lleno de materiales que duermen en sus cajones hasta que les llega el momento de su actuación estelar. ¿Cuál será la obra que me toca interpretar?¿quién será mi público?
Está lleno de herramientas que salta a la vista que tienen muchas horas de trabajo. Esas herramientas que tienen muchas dificultades resueltas y muchos éxitos compartidos.
El taller, ese lugar de sonidos industriales también tiene el sonido de la música. Y los silencios, que se ven interrumpidos a ratos por la pulidora, el soldador o el ultrasonido.
El taller es también el recuerdo de las horas compartidas con el mejor amigo y compañero, sin el que nada de lo que allí se crea sería posible: Guido.
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